Mis navidades, a grandes rasgos,
vendrían a ser algo así.
Estoy tan feliz con muchas de las asignaturas de este año, que tengo ganas de llorar. El otro día vimos en clase algunos de los trabajos de los hermanos Lumière, y al finalizamos con algunas de la maravillas del gran genio Méliès. Puedo decir con total sinceridad que me enamoré.



"Te encuentro, me acuerdo de ti. Esta ciudad estaba tallada a la medida del amor. Tú estabas tallado a la medida de mi propio cuerpo. ¿Quién eres? ¡Me matas! Tenia hambre, hambre de infidelidades, de adulterios, de mentiras; y de morir, desde siempre. Sabía que algún día te encontraría. Te esperaba con una impaciencia sin limites, tranquila. Devórame, defórmame a tu imagen para que ya nadie después de ti pueda comprender la razón de tanto deseo. Nos quedaremos solos amor mio. La noche no tendrá fin, el día no empezará para nadie, nunca, nunca más, por fin. Me sigues matando, me sanas. Lloraremos el día muerto con lucidez y buena voluntad. No tendremos ya nada más que hacer más que llorar el día muerto. Pasará el tiempo, solamente tiempo. Y llegará el tiempo, llegará el tiempo en que ya no sabremos dar nombre a lo que nos una. Su nombre se borrará poco a poco de nuestras memorias. Después, desaparecerá del todo. "
"El juego se había puesto en marcha de nuevo, felicidad en estado puro, natural, volcánico. ¡Que gozada! Era lo mejor del mundo. Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que el costo, coca, chutes, porros, hachís, petas, hierba, marihuana, rallas, canabis, canutos, anfetas, tripis, ácido, LSD, éxtasis. Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, una orgía, una paja, el sexo tántrico, el camasutra, las bolas chinas. Mejor que la nocilla y los batidos de plátano. Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de Los Teleñecos, que el fin del milenio. Mejor que los andares de Emma Phil, la pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y que el lunar de Cindy Crawford. Mejor que la cara B de Abbey Road, que los solos de Hendrix. Mejor que el pequeño paso de Neil Armstrong sobre la luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, los trazos del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lazaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colageno de los labios de Pamela Anderson. Mejor que Woodstock y las raves más orgásmicas. Mejor que los excesos del Marques de Sade, Rimbaud, Morrison. Mejor que la libertad. Mejor que la vida."