martes, 6 de abril de 2010

Ñ.

Cuando se desconectó sin darle una respuesta, se sintió tan estúpida que marchó a fumar un cigarro en busca de una explicación. De pronto, lo entendió todo.
Seguramente hubo un terremoto en el que sobrevivieron todos menos su ordenador.
Él se sintió tan desgraciado por no poder contestarle que salió en busca de alguna especie de locutorio, pero no encontró ninguno abierto a esas horas.
Como había olvidado su chaqueta con las prisas, comenzó a tener frío, entonces cansado y abatido regresó a casa.
No podía dejar de pensar en qué pensaría ella, y en lo que hubiera podido ocurrir de no haber sido por ese inoportuno y nefasto terremoto. Y maldiciendo al tiempo, al jodido cambio climatico, y a las fatídicas casualidad de la vida, se dijo a sí mismo que quizá fue cosa del destino y que era mejor así...
"¡Pobrecito!".- pensó - "Lo que está sufriendo y yo aquí, tan egoísta, creyendo que pasó de mi. Soy una persona horrible."
Apagó su cigarrillo y regresó a su cuarto.
Y nunca más volvió dudar de él.

No hay comentarios: