Recuerdo no pensar en nada, el perfume de la madrugada,
la mirada indiscreta de algún vecino, tu risa en mi nuca;
todas y cada una de las caricias, pellizcos, bocados y besos.
Y el peso de la luna sobre nuestras espaldas, y el frío arder al rozar nuestros cuerpos,
y el molesto sol del amanecer;
tan irresponsable,
tan inoportuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario