lunes, 15 de marzo de 2010

Tortugato

Corrió hacia él y le beso sin preguntar, como si fuera a desaparecer o nunca hubiera existido.
Lo hizo sin decir palabra, sin saludar, sin saber su nombre, su color favorito, ni ninguna otra tonta superficialidad.
Y se besaron hasta que sus bocas se secaron y sus labios se pegaban.
Le besó la frente, los ojos, las uñas y cada una de sus pestañas.
Le besó los dientes, los lunares, las orejas y los dedos de los pies.
Le besó mientras sonreía, le besó seria, y siguió besándole incluso cuando se puso muy triste y comenzó a llorar.
Estuvieron besándose durante minutos, horas, días, y puede que incluso meses.
Después se abrazaron, y cada uno siguió su camino. Tenían cosas que hacer.

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