lunes, 27 de abril de 2009

Don Juan (Fragmento)

¡Ay, el amor de las mujeres! Sabemos
que es algo encantador y algo temible.
Todo en esa suerte lo echan, y si pierden
nada la vida tiene ya que darles
excepto burlas del pasado.
Como el salto del tigre es su venganza:
mortal, rauda, aplastante. Su tortura
es tan real, que lo que ellas infligen lo sufren.

Tienen razón. El hombre es a menudo muy injusto con el hombre;
con las mujeres lo es siempre. Les une 
un único vinculo: sólo confían en la perficia.
Enséñales a disimular. Sus corazones, rotos, desesperan
sobre su ídolo, hasta que una lujuria más ardiente
las compra en matrimonio...¿Y que queda luego?
Un marido ingrato - un amanta infiel más tarde-
y después, vestidos, hijos, rezos... y se acabó todo.

Algunas toman un amante, otras se dan a la bebida o a las preces,
otras más cuidan de su casa, otras se disipan, 
algunas se fugan y no hacen más que cambiar de preocupaciones,
perdiendo las ventajas de una posición respetable.
Mas pocos son los cambios que pueden mejorar su suerte
al ser la suya una situación antinatural
desde el palacio aburrido al sucio tugurio.
Y las hay que optan por ser perversas y luego escriben una novela.

Lord Byron,  Don Juan (1819)

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