Cuando un libro me gusta tengo la manía de doblar las esquinas de las páginas que me hacen sonreír. Los libros que más me gustan tienen casi todas sus esquinas dobladas y tardo meses, incluso años en acabarlos, me da pena que terminen. Solo acudo a ellos cuando los necesito, cuando necesito escapar del mundo que me rodea y sumergirme de lleno en ellos. Es mi particular método de evasión. Y es que un buen libro como el mejor de los vinos hay que beberlo a pequeño sorbos disfrutando plenamente del placer que deja en tu boca.
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